TORSIÓN PULMONAR
La torsión del lóbulo pulmonar consiste en la rotación de un lóbulo pulmonar sobre su pedículo broncovascular, produciéndose un colapso completo de la vena pulmonar, mientras que la arteria pulmonar, de pared más resistente, sufre un colapso parcial. Esto permite que se mantenga el flujo de sangre aferente, sin vía de salida eferente, con el consiguiente aumento de volumen del lóbulo pulmonar afectado. Puede afectar tanto a perros, como a gatos. Se ha descrito en todos los lóbulos y puede afectar a más de uno.
Este proceso puede aparecer de manera espontánea o secundaria a una patología respiratoria subyacente, como derrame pleural, neumotórax, bronquitis crónica, traumatismo, hernia diafragmática o cirugía previa. Asimismo, la presentación clínica es variable: letargia, taquipnea, anorexia, disnea, tos, hematemesis, reducción de sonidos pulmonares, taquicardia, hipertermia, crepitaciones en la auscultación, mucosas pálidas, deshidratación, pulso débil y vómitos.
Las técnicas de imagen son fundamentales para el diagnóstico. La radiografía convencional sigue siendo la herramienta diagnóstica inicial. Sin embargo, los hallazgos radiológicos pueden ser muy variables y no suelen ser definitivos, ya que también pueden aparecer en otras patologías, como una neumonía grave, neoplasia, hemorragia o tromboembolismo.
Figura 1. Radiografías de tórax en proyección lateral derecha (A) y ventrodorsal (B). Se observa consolidación del lóbulo craneal izquierdo sin desplazamiento de estructuras mediastínicas. Inicialmente el lóbulo afectado puede aparecer aumentado de tamaño y con márgenes redondeados por la congestión. En fases avanzadas la aparición de necrosis del parénquima conlleva una reducción del volumen del lóbulo afectado (atelectasia).
Figura 2. Detalle de la zona dorsocaudal del pulmón en una radiografía de tórax en proyección lateral derecha. Es frecuente la aparición de derrame pleural. El patrón vesicular enfisematoso (área negra) es el signo radiológico más característico de esta patología.
La ecografía Doppler permite detectar la ausencia de flujo venoso y la reducción o ausencia del flujo arterial en el lóbulo afectado. Aunque la ecografía en estos pacientes es útil, generalmente no permite diferenciar una consolidación por torsión, de la producida por neumonía o neoplasia pulmonar infiltrativa.
Figura 3. Imágenes ecográficas de un lóbulo pulmonar consolidado (flechas negras) con un broncograma lleno de líquido (flechas blancas) (A) y con broncogramas aéreos (puntas de flecha blancas) (B).
La TC presenta una sensibilidad muy superior a la hora de observar la posición anómala de las estructuras bronquiales y vasculares, donde un estudio radiológico y ecográfico pueden no ser concluyentes. Además, la administración de contraste intravenoso permite visualizar la oclusión de los vasos y diferenciar entre un pulmón colapsado vascularizado y un lóbulo necrótico torsionado.
Figura 4. Reconstrucción dorsal de mínima intensidad (minIP). La flecha negra señala la terminación abrupta de la porción craneal del bronquio principal del lóbulo pulmonar craneal izquierdo.
Figura 5. Reconstrucción dorsal postcontraste donde se observa la terminación abrupta de la arteria pulmonar izquierda (donde cabría esperar la rama del lóbulo craneal).
Conclusión
La radiografía convencional constituye la herramienta diagnóstica inicial en casos de sospecha de torsión pulmonar, pero no siempre resulta concluyente. La tomografía computarizada (TC) ofrece una extraordinaria alternativa. Un diagnóstico precoz es determinante para la supervivencia del paciente.
Bibliografía
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